Don Álvaro o La fuerza del sino: 28
Escena octava 28 Pág. 28 de 50 Don Álvaro o La fuerza del sino - Tercera jornada none D. CARLOS ¿Ha de morir...¡qué rigor! tan bizarro militar? Si no lo puedo salvar será eterno mi dolor. Puesto que él me salvó a mí, y desde el momento aquel que guardó mi vida él, guardar la suya ofrecí. (Pausa.) Nunca vi tanta destreza en las armas y jamás otra persona de más arrogancia y gentileza. Pero es hombre singular; y en el corto tiempo que le trato rasgos noté que son dignos de extrañar. (Pausa.) ¿Y de Calatrava el nombre por qué así le horrorizó cuando pronunciarlo oyó?... ¿Qué hallará en él que le asombre? ¡Sabrá que está deshonrado!... Será un hidalgo andaluz... ¡Cielos!...¡Qué rayo de luz sobre mí habéis derramado en este momento!...Sí. ¿Podrá ser éste el traidor, de mi sangre deshonor, el que a buscar vine aquí. (Furioso y empuñando la espada.) ¿Y aún respira?... No, ahora mismo a mis manos...(Corre hacia la alcoba...
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