Cuestión de ambiente: 03
Cuestión de ambiente de Antonio de Hoyos y Vinent Capítulo II - Aires de la montaña Ahora, lector, retrocede algunos años conmigo. Sacude de ti todo polvo mundano hasta que no te quede ni la menor partícula de la maldad ni de las pasiones humanas. Reúne cuanto en ti haya de noble, de honrado y de bueno. Haz un llamamiento a los recuerdos de tu infancia para anegar tu alma de dulzura. Pídele ternura a la memoria de tus padres, si tuviste la desgracia de perderlos, o a sus amantes brazos, si Dios te los conserva aún; busca poesía en el recuerdo de tu primer amor, y ahora que en tu alma se desborda el bien, ven tras de mí. Sube la empinada cuesta que en derredor del monte Igueldo se enrosca, y ya que has dejado a tus pies, allá al final de la blanca carretera, San Sebastián, casi oculto a tu vista por las sombras de la tarde, que ante ti ves extenderse el mar, brillar sobre tu cabeza un cielo sin nubes, respira para impregnar tus pulmones con las saludables emanaciones...
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