Cézanne: Obras

EL ABOGADO (EL TÍO DOMINIQUE)

CEZANNE, Paul (1839-1906). Tío Dominique (El Abogado). h. 1866. Post-impresionismo. Oleo sobre lienzo. FRANCIA. París. Musée d'Orsay.

Paul Cézanne nunca llegó a tomar conciencia de que su obra ejercería una influencia enorme en el desarrollo posterior del lenguaje pictórico. Completamente absorbido por el lento proceso de construcción de sus cuadros, poco podía imaginarse que su trayectoria creativa, en especial la de su última época, sería interpretada como la gestación, como el impulso inicial que dio lugar a algunas de las más importantes transformaciones artísticas que se produjeron a lo largo del siglo XX. Para ello Cézanne tuvo que dedicar toda su vida a trabajar en la edificación de un arte estrictamente original y repleto de incógnitas y de sugerentes matices. Esta edificación, de lento recorrido, se inicia en la década de los sesenta. En 1866 a los veintisiete años, Paul Cézanne acomete la realización de varios retratos en los que aparece su tío Dominique como modelo único, ataviado con un turbante, con un gorro de algodón o con los hábitos de fraile, entre otros. Pero el más relevante de todos ellos tal vez sea éste, en el que se observa a Dominique con la indumentaria de abogado. Mientras que las otras apariciones del modelo se suceden en retratos estáticos, en los que resulta manifiesta la actitud de posar, aquí Dominique no sólo va ataviado como abogado, sino que además está en actitud oratoria, como si el personaje se encontrase en aquellos momentos alegando en un juicio. El lienzo, por otra parte, responde a las características estilísticas de este período en la obra de Cézanne: la expresión visual se fundamenta en las masas de colores, en su contraste o en su concordancia. Estas masas no están trabajadas con pincel, sino con espátula; de ahí la extraordinaria rugosidad, esa espléndida textura que consigue el artista con la aportación sucesiva de capas matéricas que no se dispersan uniformemente en la superficie buscando una visión plana. Al contrario, con la intervención de la espátula, Cézanne acumula de forma ordenada fajas generalmente no superpuestas de masa pictórica, con lo que obtiene una cierta percepción volumétrica de la representación por parte del espectador. En las manos del letrado, por ejemplo, especialmente en el modelado de sus dedos, comprobamos la extraordinaria eficacia expresiva del empaste corpóreo que utiliza Cézanne en estos instantes.

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