Cañas y Barro: 130
none Pág. 130 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez Neleta, sobreponiéndose al sufrimiento, se ponía los puños en la boca o mordía las ropas de su cama para ahogar los gemidos. Por consejo de ella, Tonet bajó a la taberna. Nada había de remediar permaneciendo arriba. Acompañando a aquellos hombres, distrayéndolos con su conversación, podía impedir que oyesen algo que les infundiera sospechas. Tonet pasó más de una hora calentándose en el rescoldo de la chimenea, hablando con los labradores de la pasada cosecha y de las magníficas tiradas que se preparaban. Hubo un momento en que se cortó la conversación. Todos oyeron un grito desgarrado, salvaje: un chillido semejante al de una persona asesinada, pero la impasibilidad de Tonet los tranquilizó. -Lama està un poc mala -dijo. Y siguieron hablando, sin prestar atención a los pasos de la vieja que iban de un lado a otro apresuradamente, haciendo temblar el techo. Pasada media hora, cuando Tonet...
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