Ana Karenina VIII: Capítulo IV
Ana KareninaOctava parte: Capítulo IV de León Tolstoi Durante la parada en una capital de provincia, Kosnichev, en vez de ir a la fonda, se quedó paseando en el andén. Al pasar la primera vez ante el departamento de Vronsky, vio echada la cortina de la ventanilla, pero la segunda vez distinguió en ella a la anciana Condesa, que le llamó. –Ya lo ve usted; también hago el viaje. Acompaño a Alexey hasta Kursk. –Me lo habían dicho –repuso Sergio Ivanovich, parándose ante la ventanilla y mirando al interior–. ¡Qué hermoso rasgo! –añadió, al ver que Vronsky no estaba dentro. –Sí, pero, ¿qué iba a hacer después de su desgracia? –¡Qué horrible ha sido! ––exclamó Kosnichev. –¡No sabe lo que yo he sufrido! Entre, entre... ¡No sabe lo que yo he sufrido! –repitió cuando Sergio Ivanovich se hubo sentado a su lado en el diván–. ¡No puede figurárselo! Alexey pasó seis semanas sin hablar con nadie y sin comer más que cuando yo se lo suplicaba....
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