Ana Karenina II: Capítulo XXIX
Ana KareninaSegunda parte: Capítulo XXIX de León Tolstoi Todos expresaban su desaprobación en voz alta, repitiendo la frase lanzada por alguien. –Después de eso, no falta ya más que el circo romano... El horror se había apoderado de todos, por lo cual el grito de espanto que brotó de los labios de Ana en el momento de la caída de Vronsky no sorprendió a nadie: no tenía nada de extraordinario. Pero al poco, su rostro expresó un sentimiento más vivo de permitido por el decoro, Perdido por completo el dominio de sí, comenzó a agitarse como un ave en la trampa, ya queriendo levantarse para ir no se sabía adónde, ya dirigiéndose a Betsy y diciéndole: –Vámonos, vámonos. Pero Betsy, inclinada, hablaba con un general y no la oía. Alexey Alejandrovich se acercó a Ana y le ofreció el brazo galantemente. –Vayámonos, si quiere –dijo en francés. Ana escuchaba al general y no reparó en su marido. –Dicen que se ha roto la pierna. ¡Eso es una barbaridad!...
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