Ana Karenina II: Capítulo XXIII
Ana KareninaSegunda parte: Capítulo XXIII de León Tolstoi Varias veces había probado Vronsky, aunque no tan resueltamente como ahora, a hablar con Ana de su situación. Y cada vez encontraba la misma superficialidad y la misma ligereza de reflexión que ahora demostraba ella al contestar a la proposición que le hacía. Se diría que existía algo que Ana no quería o no podía aclarar consigo misma, como si cada vez que empezaba a hablar de aquello la verdadera Ana se ensimismara y resultase otra mujer, extraña a él, una mujer a quien no amaba, a la que temía y que le rechazaba. Pero Vronsky, hoy, estaba resuelto, pasara lo que pasara, a decirlo todo. –Lo sepa o no su marido –manifestó con su tono habitual, firme y sereno–, a nosotros nos da igual. Pero no podemos continuar así, sobre todo ahora. –¿Y qué quiere que hagamos? –preguntó ella, con su acostumbrada sonrisa irónica. Había temido que Vronsky tomara a la ligera su confidencia y ahora se sentía...
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