Ana Karenina II: Capítulo XXII
Ana KareninaSegunda parte: Capítulo XXII de León Tolstoi El aguacero fue de corta duración, y cuando Vronsky llegaba a su destino al trote largo del caballo de varas, que forzaba a correr los laterales sin necesidad de acicate, el sol lucía de nuevo y los tejados de las casas veraniegas y los añosos tilos de los jardines que flanqueaban la calle principal despedían una claridad húmeda, y el agua goteaba de las ramas y se deslizaba por los tejados con alegre rumor. Vronsky no pensaba ya en que el chaparrón pudiera enlodazar la pista, sino que se regocijaba pensando en que, gracias a la lluvia, encontraría en casa a Ana. Sabía que su marido, recién llegado de una cura de aguas en el extranjero, no estaba en la casa de verano. Esperando encontrarla sola, Vronsky, como hacía siempre para atraer menos la atención, dejó el carruaje antes de llegar al puentecillo, avanzó a pie y en vez de entrar por la puerta principal que daba a la calle, entró por la del patio. –¿Ha...
Está viendo el 8% del contenido de este artículo.
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales: Enseñanza Bibliotecas públicas