Aita Tettauen: 30

Aita Tettauen de Benito Pérez Galdós Tercera parte - Capítulo X La claridad del día reanimó mi espíritu abatido, infundiéndome la esperanza de salir airoso de tantas calamidades. Propuse a Ibrahim que fuéramos a la casa de la Junta, donde yo encontraría un Korán que leer, y él mejor acomodo para su enfermedad. No me respondió, porque otra vez había ido a su negocio... Le esperé, y enlazándonos del brazo para darnos apoyo recíproco, nos dirigimos a casa de Abeir, la cual por fortuna no estaba lejos... Diversa gente encontramos por el camino, en su mayoría judíos pobres y moros pordioseros, y más de cuatro nos preguntaron: «¿Entran ya los españoles?... ¿Traerán comida?». Respondíamos afirmativamente, y observábamos que nuestra respuesta ponía el júbilo en todos los semblantes. Al verme entrar en su patio, el buen Abeir me dijo con la más honrada convicción: «Allah te lo premie. Ya sé que has pasado la noche apaciguando a los exaltados y consolando...

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