Aita Tettauen: 23

Aita Tettauen de Benito Pérez Galdós Tercera parte - Capítulo III Como no daba señales de entender el árabe, le hablé en su lengua, obedeciendo a Mazaltob, que me decía: «Háblale en español bonico y de son pacible». Sentado en el lecho, Yahia, sin pronunciar palabra, me tocó en el brazo, en la rodilla, como si quisiera con el tacto completar el examen que sus ojos hacían de mi persona. Por fin oí el metal de su voz. A mi pregunta de si le gustaba nuestra tierra, contestó que le agrada porque en ella todos los hombres se tratan de tú, señal de la completa igualdad ante Dios, y porque el Islam y el Israel practican su fe sin estorbarse el uno al otro. Esta paz entre las religiones le sorprendía y le encantaba. Después me dijo: «Oigo tu lenguaje como una música triunfal, y veo tu rostro como un rostro amigo». A mi pregunta sobre los motivos de su peregrinación, respondió que había huido del campo español porque le agobiaba el alma el espectáculo de la...

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