Aita Tettauen: 06

Aita Tettauen de Benito Pérez Galdós Primera parte - Capítulo VI El médico, llamado a toda prisa, no recetó más que la Extremaunción. Acudieron a la casa Virginia y Leoncio; pero este, como Santiuste, no tardó en salir, pues ambos debían prepararse para partir aquella misma tarde. El niño cojo, que arrimado al balcón había presenciado el accidente y caída de su padre, recibió tan fuerte impresión, que en largo rato no pudo moverse ni pronunciar palabra. Los pequeños, que a la cocina huyeron aterrorizados, mojaron con sus lágrimas el tizne, y diluido este en las caras como pintura de acuarela, se convirtieron en mulatos. En su aflicción y espanto encontró Lucila una ligera pausa para salir a consolar a Vicente, que junto al balcón permanecía. «Tu padre está malito... pero no te asustes... Ha sido un ahogo. Dios querrá que se le pase pronto... Me parece, hijo mío, que tú quieres llorar y no puedes. Llora un poquito, sí; aunque... ya te digo... tu padre...

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