A Venus
A Venus de José Cadalso Madre divina del alado niño, oye mis ruegos, que jamás oíste otra tan triste lastimosa pena como la mía. Baje tu carro desde el alto Olimpo entre las nubes del sereno cielo, rápido vuelo traiga tu querida blanca paloma. No te detenga con amantes brazos Marte, que deja su rigor al verte, ni el que por muerte se llamó tu esposo sin merecerlo. Ni las delicias de las sacras mesas, cuando a los dioses llenos de ambrosía, alegre brinda Jove con la copa de Ganimedes. Ya el eco suena por los altos techos del noble alcázar, cuyo piso huellas, lleno de estrellas, de luceros lleno y tachonado. Cerca del ara de tu templo, en Pafos, entre los himnos que tu pueblo dice, este infelice tu venida aguarda: baja volando. Sobre tus aras mis ofrendas pongo, testigo el pueblo, por mi voz llamado, y concertado con mi tono el suyo te llaman madre. Alzo los ojos al verter el vaso de leche blanca y el de miel sabrosa; ciño con rosas,...
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