A prueba:7

A prueba: Capítulo 7 de Felipe Trigo -Señora -empezó esta tarde Luis Augusto, en el mismo cenador de pensamientos, y sobre el mismo mármol versallesco del sofá-, le debo a usted enorme gratitud, y le debo inmensa admiración a esa obra de Dios que es Josefina. Heroica y razonable, usted me entendió y me complació; enamorada ella, sin -duda, pudo obedecerla; y artistas, supremas artistas ambas, supieron salvar el difícil trance con ideales y discretísimas poesías. Mi corazón, como le decía en la carta, saluda a la adorable; mi alma entera a usted, Carlota, madre abnegada, madre de tanta inteligencia y de tal instinto delicado, que bien, tras lo de anoche, me es dado esperar que siga noblemente comprendiéndome. -¡Gracias, Luis Augusto! -rindió Carlota con dulce dignidad. No alzaba ella los ojos, y eran estas las primeras palabras que le dirigía a aquel cuya presencia habíala impuesto un silencio de violentísimo deber cumplido. Por cuanto a Josefina, no había...

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