A prueba:3

A prueba: Capítulo 3 de Felipe Trigo Lisboa parecía el bello lugar de descanso elegido al fin por las damas. Junto a una quinta real, al otro lado del Tajo, frente al puerto, habían tomado en alquiler otra quinta. Era un viejo palacio de piedra, poéticamente obscurecido por das hiedras, por los musgos, por el mar. Hundíale en su verdor un bosque de araucarias. El parque, descendiendo en suavísimas colinas de palmas y de helechos, llevaba los muros de entrada hasta el río, donde un gran blasón de mármol pregonaba estirpes lusitanas. Luis Augusto vivía perdido en la ciudad que se espaciaba enfrente. Alojado en el Palace-Hotel, de la Avenida, allí pasaba las noches; y las mañanas y las tardes, con su novia. ¡Para verla, cruzaba la ancha ría en un falucho. Y en él iba esta tarde -habiendo ya aprendido el nombre del patrón, que usaba faja roja y barretina: Ramahlo Raul d'Acosta. «¡Mañana tendrá usted una sorpresa!» -había anunciado el día antes Carlota, que era...

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