A prueba:2

A prueba: Capítulo 2 de Felipe Trigo A quien vio aparecer, al cuarto de hora, fue al amigo Brea, elegantísimo. -¡Demonio! -¡Chacho! Se abrazaron. La última vez, dos años antes, Luis Augusto había visto a Brea en Londres, de ambulante vendedor de panderetas. Brea, ex-teniente, de Pavía, tenía veinticuatro años, había heredado a los veinte una fortuna, y la tiró a los veintidós. En sendas poltronas, sentáronse. -De modo que... -Rico, chico. Tres meses más, y me encontrarías con un Panhard en plena Europa... O por los aires. Pienso dedicarme al monoplano. Empezó el aristócrata perdido a detallarle su odisea. Interesantísima... sólo que, al capítulo segundo, alzóse un cortinón de seda. En kimono de tono té, entró un arcángel. Detrás, una gran dama. Y el arcángel llevaba bajo hacia los hombros el nudo negro de su pelo, y por los tobillos el vuelo de la ropa. Se levantó rápidamente Luis Augusto, y presentó al amigo. Palabras, cumplidos breves. Diéronse...

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información