A media noche (Balart)

Sus mejores versos A media noche de Federico Balart Quizá serán delirios de mi locura, o fantasmas que engendra la noche oscura; pero -cuando, rendido tras larga vela en que al alma doliente nada consuela, derramando en mis sienes letal beleño, mis párpados cansados entorna el sueño,- por las oscuras sombras, o desvarío, o una alas se agitan en torno mío. En medio del letargo que me domina, un rayo misterioso mi alma ilumina; y, entre las vagas ondas del aire vano, una visión distingo de rostro humano: visión fascinadora que infunde al alma esperanza y consuelo, quietud y calma. Dulce expresión le prestan y aspecto santo una cándida toca y un negro manto, y su pálida frente leve rodea una blanca aureola que centellea. Considera piadosa mi amargo duelo; con la mano tendida me muestra el cielo; y su voz, como brisa de primavera, dulce y mansa me dice: «¡Sufre y espera!» Yo conozco el aliento de aquella boca; yo conozco aquel manto y aquella toca, desde una triste...

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