A la antigua

A la antigua de Evaristo Carriego ¡Oh, señora: gentil dama de mis noches!, !oh, señora, mi señora, yo le ruego que abandone esa romántica novela: orgullosa favorita de sus dedos! Que abandone sus historias de aventuras donde hay citas, donde hay dueñas y escuderos, callejuelas y sombríos embozados y tizonas y amorosos devaneos; acechanzas del camino y estocadas de cadetes o gallardos mosqueteros, y amador noble y rendido de su reina, algún Buckingham lujoso y altanero. Que abandone, le repito, su romance, su romance mentiroso, pues confieso que me enoja la atención que le dispensa, con agravio de mis quejas y mis celos. De mis celos, sí, lo digo, tal me tienen las hazañas del cuitado caballero, a quien sueña usted, señora, contemplando sus balcones, con la escala de Romeo. ¡Oh, señora, mí señora!, son las doce... ¿Hasta cuándo piensa usted seguir leyendo? ¡Hay valor en su tenaz indiferencia que no teme los peligros del...

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