Tengo que expresar mi agradecimiento a la Fundación José García Siñeríz y, en especial, a Julio Mezcua, su presidente, quien, desde que le comuniqué mi intención de realizar este estudio, me ha venido animando y me ha ofrecido todo el apoyo humano, material y económico que estaba al alcance de sus manos. En cierto sentido, este libro es tan suyo como mío. Escribir sobre la historia de la ciencia desde un enfoque tan multidisciplinar y una óptica tan amplia como la socio-económica, no hubiera sido posible sin la existencia de varios maestros que me han enseñado a hacerme preguntas antes que buscar respuestas; son varios, pero deseo mencionar a Paul Forman, Roy MacLeod y Robert Fox, a quienes agradezco sus consejos y lecciones, especialmente al primero, por sus muchas deferencias y por sus enseñanzas ético-intelectuales acerca de nuestra disciplina. No puedo olvidar tampoco a un entrañable profesor —¡además de director de tesis!—, que con infinita paciencia e...